viernes, 9 de octubre de 2009

dulces de mi infancia



Un elemento que siempre acompaña al mito que nos parece la niñez, son los dulces. Aquellas pequeñas muestras de alegría, son mimetismos de la etapa de un infante.

Un dulce, siempre será considerado inseparable para un niño. Y no sólo se trata de una golosina, de algo comestible que no repercute en lo más mínimo en el proceso integral de un ser humano; todo lo contrario. El dulce constituye un elemento más de esa etapa inocente. Y es que comerse un dulce es más un ritual que un capricho.

Su valor es más alto que el simple costo de dicho dulce. Es más una experiencia hedonista, que acercan al niño al primer sentimiento de cualquier arte, que es el disfrute.

Hoy podemos decir con un repaso de aquellos dulces de nuestra niñez, que los dulces de hoy no son comparados con los de antes. Quizá sea un acto egocéntrico. Yo me inclino más a que a medida que crecemos, perdemos ese ritual que nos era el saborear un caramelo.

Los dulces son más una pieza del museo de nuestra vida, que un simple y vago recuerdo. Son parte intrínseca de nuestra formación de hombres y mujeres.

Y es que es imprescindible añorar aquellos elementos que nos dieron tanta satisfacción, y que los adorábamos muy a pesar de los regaños de los adultos. Y ya que somos adultos, regañamos a nuestros sobrinos, primos e hijos al verlos comer esos dulces que nos parecen inferiores a los de nuestra niñez.

Los dulces significaron mucho más que una golosina. Y más, cuando sobrevivieron a los estragos y los obstáculos que las autoridades (nuestros familiares, nuestros padres) nos imponían.

Recuerdo con una añoranza inimaginable la noche de brujas en que todos los niños saliamos a las calles a pedir el tan esperado halloween, yo tenia una calabaza enooooooorme que llenaba con todos los dulces que me daban y luego me iba a mi casa a vaciarla y volia a salir a pedir mas halloween hasta que ya de plano me dolian los pies de tanto que habia caminado casa por casa recolectando tan sabroso tesoro.

Hoy en dia que soy madre, me encanta recordar esos bellos y dulces momentos con mis hijos llevandolos a pedir halloween a ellos y hacemos lo mismo, llenan sus bolsa , las vaciamos en casa y volvemos a salir a pedir mas . . . ja ja ja es super divertido y cansado tambien, pero no importa

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